“¿Quién escribió las obras de Shakespeare?
¿Qué libro perseguía el KGB? ¿Qué novela ocultó Hitler? ¿Quién pensó en el
orden alfabético para organizar los libros? ¿Qué autor burló al índice de
libros prohibidos de la inquisición? Estos y otros enigmas literarios encuentran
respuesta en las páginas de La noche en que Frankenstein leyó el Quijote, un viaje en el tiempo por la historia de
la literatura universal de la mano de Santiago Posteguillo, uno de los novelistas
históricos más reconocidos por la crítica y el público de los últimos años, Y
un profesor de literatura… poco convencional”
Santiago Posteguillo es un
escrito español. No conozco mucho de él, este es el primer libro de este señor
que me atrevo a leer. Según su página web es un filólogo, lingüista y doctor de
la Universidad de Valencia. En este momento es profesor de literatura inglesa
en la Universidad Jaume I de Castellón.
Siendo muy sincera, este libro lo
adquirí en el año 2012 con unas expectativas muy, MUY altas. Desafortunadamente no
leí completamente la sinopsis y, la verdad, es que me imaginé un libro
completamente diferente al que me encontré. Fue por esa razón que me aburrí y
lo dejé dentro de mi biblioteca por casi 3 años sin siquiera considerar tocarlo
nuevamente. Realmente en ese momento me arrepentí de haber invertido "tan mal mi dinero"
Este ejemplar trae una serie de
historias, de narraciones que hace el autor, acerca de “La historia secreta de los libros”. Es un texto lleno de las
curiosidades que han tenido algunos libros y algunos escritores a lo largo de
la historia y que, probablemente, mucha gente no sabe.
Una de las cosas que me motivó a
comprar el libro fue su nombre, ¿la razón? Desde que conocí “el ingenioso hidalgo de Don Quijote de la
Mancha” me declaré su fan absoluta. El título del libro cautiva a cualquier
persona amante de los libros y, además de eso, la portada captura la atención
de las personas, aun cuando no les guste leer mucho.
Pero ¿qué fue lo que pasó para darle
una nueva oportunidad al libro que había arrumado ya por años?
En realidad fueron dos factores:
El primero, precisamente fue el hecho de que ya hubiera pasado tanto, tanto
tiempo. Estaba organizando mis libros y lo vi asomarse de repente frente a mí,
así que decidí tomarlo y ponerlo en el montón de libros para leer (que en
verdad no son tantos). Días después di con un canal de YouTube llamado Las palabras de Fa (Les recomiendo el
canal) en el que “Fa” recomendaba arduamente la lectura de
este libro y al cual describió de forma perfecta aduciendo que era un conjunto
de CHISMES LITERARIOS.
Y así, con todo y la duda que me
generaba empezar nuevamente con un libro que en realidad no me había gustado ni
cinco, empecé a leerlo nuevamente. Y confesándome frente a usted, lector, es
algo de lo que no me arrepentiré jamás. Me arrepiento de haberlo dejado
arrumado por tanto tiempo. Es un libro muy interesante que, además de “chismosear”
con su lector, llega a unas conclusiones que muchas veces lo dejan a uno sin
aire.
En esta oportunidad me demoré
menos de una semana en leerlo porque es un libro sencillo, es fluido y muy
fácil de digerir. Está escrito justamente como un chisme, pero con bases sólidas
y se ve que el autor se esforzó haciendo su investigación. El texto tiene 20
capítulos de dos, tres y, máximo, cuatro hojas por cada uno de ellos. Tengo
muchas historias favoritas y las hay para todos los gustos.
El libro me gustó mucho, a fin de
cuentas y declaro absolutamente revocada mi opinión anterior acerca de él. Lo
recomiendo MUCHÍSIMO. Así sea solo por alardear con sus conocidos, contar
historias de los autores favoritos de sus familiares o amigos o por,
sencillamente, conocer un poco más de la historia que efectivamente se esconde
detrás de algunos de los ejemplares más famosos de todos los tiempos.
Por último, quiero compartir con
quien lea esta entrada, una cita de uno de los capítulos que más me gustó del
libro, el cual se llama justamente como el libro: “La noche en que Frankenstein leyó el Quijote”. Es la conclusión
del autor y expresa cosas que yo siento por el libro de Cervantes y
pensamientos que comparto con Santiago; Y
dice lo siguiente:
“Conclusión: si Mary Shelley aprendió
español para poder no ya leer sino degustar el Quijote, ¿No deberíamos todos los que ya tenemos la
fortuna de saber español encontrar algún momento de nuestra vida para
zambullirnos, aunque solo sea un rato, en alguno de los maravillosos relatos
que pueblan la irrepetible historia del maravilloso Don Quijote? Y pronto, antes de que los programas
informáticos decidan que ya no debemos leerlo; o para ser más justo, antes de
que quienes programan los programas
informáticos decidan que ya no debemos leerlo”
Usted y yo, señor lector, nos
leemos en una próxima entrada.
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