“Javier Mallarino es una leyenda viva. Es el
caricaturista político más influyente del país ‘un hombre capaz de causar una
revocación de una ley, trastornar el fallo de un magistrado, tumbar a un
alcalde o amenazar gravemente la estabilidad de un ministerio, y eso con las
únicas armas del papel y la tinta china’. Los políticos le temen y el gobierno
le hace homenajes. A sus sesenta y cinco años, después de cuatro décadas de
brillante carrera, puede decir que tiene el país a sus pies. Pero todo eso
cambiará cuando reciba la visita inesperada de una mujer. Tras remontarse con
ella al recuerdo de una noche ya remota, Mallarino se verá obligado a revaluar
toda su vida, a poner en entredicho su posición en este mundo.”
El autor del libro, Juan Gabriel
Vásquez, es colombiano y puedo decir que, hasta el momento, es mi autor
nacional favorito. Lo conocí por casualidad, cuando en medio de esas noticias
de entretenimiento de la emisión de medio día cuando de repente deciden hacer
recomendaciones literarias, escuché uno de sus libros: Los informantes (supongo
que más adelante comentaré sobre este libro que realmente me encantó).
Para seguir con la misma línea de
la entrada anterior, Juan Gabriel Vásquez también es abogado de profesión (es
entendible mi admiración porque también estudio Derecho). Estudió, según entiendo,
en la Universidad del Rosario y decidió salir del país apenas terminó su
carrera. También era columnista del diario El
Espectador, pero lo dejó hace ya casi un año, y ha tenido grandes
reconocimientos a nivel nacional e internacional (ojalá algún día sea él quien
lea esto :B)
Dejando de lado mi admiración por
el autor, doy paso a la reseña que les hago del último libro que publicó en
2013.
El libro inicia con su
protagonista, Javier Mallarino, sentado frente al Parque Santander, muy reconocido
para los colombianos y, más aun, para los bogotanos. Es un parque ubicado en el
centro de la ciudad que se caracteriza (o caracterizaba) por tener un espacio
especial para las personas que quisieran embolarse los zapatos.
La historia se desarrolla de una
manera diversa, dando saltos en el tiempo y haciendo una serie de combinaciones
entre el pasado y el presente que puede llegar a ser confuso si uno no tiene
claridad en los sucesos.
Tal y como lo señala la sinopsis,
habla de un caricaturista muy reconocido que, hablando coloquialmente, no
desaprovecha la papaya que le da la “farándula criolla” y la “crema innata” del
país, que casualmente es quien decide condecorar a nuestro protagonista por su
labor. Empezando el libro nos presentan a Mallarino yendo a su propio
reconocimiento por su arduo trabajo como crítico social, pero este personaje es
de esos ¿medio asociales? Que lo último que quieren es llamar la atención.
Entre saltos en el tiempo, se nos
cuenta la historia de cómo empezó Mallarino a ser caricaturista, cómo quería
ser pintor y una serie de acontecimientos de su vida que nos permite entender
el desarrollo del personaje y sucesos que van surgiendo a medida que se va
leyendo el libro.
Todo está bien hasta que aparece
Samanta Leal. Es una joven, de más o menos 28 años, que llega de la nada a la
casa de Javier, mintiendo descaradamente y aduciendo que la admiración que
siente por él es infinita.
La aparición de Samanta, tan
repentina, da inicio a la historia en la que se centra el libro. Sí, es cierto
que nuestro protagonista es Mallarino, sin embargo no todo gira en torno a él.
Como lo dice la sinopsis, la llegada de esta mujer hace que Mallarino decida reconsiderar
su vida y su trabajo.
El libro muestra la influencia
que pueden llegar a tener los medios masivos de comunicación en un país donde
es muy fácil decirle a la gente que pensar. Y también muestra la facilidad que
tiene una persona bien ubicada y con los contactos adecuados para salvar o
destruir una vida, una reputación.
El libro, personalmente, me
encantó. Es un libro pequeño, corto, tiene 137 páginas y en realidad se lee muy
fácil y rápido. Además, Juan Gabriel siempre ha sabido cómo combinar el Derecho
y la literatura y sus tintes de abogado se ven reflejados en sus libros; es una
de las cosas que más disfruto… Sobre todo porque las entiendo y me gusta pensar
que las pone ahí adrede para que quien entienda mínimamente de Derecho, pueda
reír con él.
El libro es una crítica cruda y
muy buena, reitero, a la influencia en las opiniones de las personas que leen,
escuchan o ven las diferentes fuentes de información del país y del mundo. Y se hace necesario tomar todo con calma, fundamentar los prejuicios (si es que se
tienen) y no juzgar porque sí, y tener cuidado con todo lo que se dice, lo que
se piensa… porque, de cualquier forma, uno puede estar realmente destruyendo la
vida de alguien sin saberlo, aun cuando ese “alguien” se lo merezca o no.
Lo recomiendo mucho, espero que
quien me lea, lo lea y… no siendo más, nos leemos en una próxima ocasión.
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